La idea de que todo el universo, incluyendo todas las galaxias, estrellas, planetas, ríos, montañas, plantas y animales, ha sido creado para uso y deleite de los seres humanos es una idea tan absurda que no valdría la pena hablar de ella… sino fuera porque también es una idea considerada una verdad absoluta, todavía, por muchas personas.
Las enseñanzas religiosas, empezando por el “creced y multiplicaos” de la tradición judeo-cristiana, no son la única razón. Hay algo en nuestro temperamento de primates que nos predispone a ver el mundo de una cierta manera. Goethe explica que creer que los humanos somos el objetivo final de la existencia del universo es una conclusión esperable: “El hombre está acostumbrado a valorar las cosas en la medida en que le son útiles, y por lo tanto dispuesto por temperamento y situación a considerarse la obra cumbre de la Naturaleza, ¿por qué no debería creer también que representa su propósito final?”