Zoofilia: otro vacío legal donde los animales son víctimas
Por FabiolaEsta semana, el Parlamento holandés aprobó la prohibición de la zoofilia (bestialismo, el acto de mantener relaciones sexuales con un animal no humano). Esta práctica, que personalmente me parece aberrante por cuanto se usa arbitrariamente a un ser vivo que no tiene la capacidad de consentir -como en el caso de los abusos infantiles-, es una práctica muy silenciada, que incluso según en qué lugares o países, se toma como broma o como una muestra de "costumbrismo" sin más importancia que lo folclórico del hecho.
Cuando esta semana el parlamento holandés decidió prohibir la práctica, también se hizo reseña graciosa de la noticia, como si fuese "otra más" de los holandeses, o como si las legislaciones normalmente contemplasen esta práctica. Pues no: en gran parte de Europa no existe ninguna mención a la zoofilia, que es, por lo tanto, totalmente permitida por la ley, incluso en países que en materias de legislación y protección de los animales son adelantados, como Alemania, Suiza, Bélgica o Dinamarca.
El panorama es peor aún, porque España o Suiza, por ejemplo, pueden producir y distribuir pornografía de este tipo.
Ante esta noticia, muchas asociaciones defensoras de los animales dieron la voz de alerta, pues por un lado, lamentablemente, tenemos que hacernos cargo de animales -especialmente hembras, aunque los machos tampoco escapan a esta desgracia- que llegan con sus vaginas y anos destrozados debido a todo tipo de abusos a que son sometidos, y para que además, de una vez, se contemple el abuso sexual hacia animales como un delito y sea prohibido legalmente.
Sin embargo, según declara para el periódico español El Mundo el catedrático de Derecho Penal de la U. Complutense de Madrid, Dr. Enrique Gimbernat, "semejante legislación constituiría un auténtico disparate":
"Sería absurdo tratar el asunto. El derecho penal se pronuncia sobre lo que constituyen crímenes sexuales -relaciones con menores de edad, personas incapaces, etc.- pero un animal no es un bien jurídico, no tiene derechos legales. Y lo que está haciendo esta gente con los animales nos puede gustar más o menos, pero no constituye tortura. Si no hay daño al animal, ¿qué se pretende denunciar precisamente?... Este acto no tiene víctima. «Le puede parecer bien o mal como individuo, pero mientras no haya víctima jurídica el ciudadano puede hacer lo que quiera con su vida sexual. Esto es como el adulterio, o como el tema de homosexualidad para los sectores más conservadores. ¿Quiénes somos nosotros para prohibirlo?"
Está clarisimo que la legislación hay que cambiarla con argumentos éticos, científicos y por qué no, desde una petición moral más considerada con los animales: si los menores de edad o los incapaces son víctimas de los abusos sexuales, los animales también lo son, y tienen la misma capacidad de sentir dolor y de sufrir el abuso que las personas mencionadas. La ley, por lo tanto, una vez más tiene un prejuicio especista para clasificar a los animales, y aunque éstos sean capaces fisiológica y psicológicamente de sentir el dolor y sufrir el abuso, no caen bajo la protección legal. Es más, esta intemperie legislativa es bastante ciega si, como declara el sr. Gimbernat, que el abuso sexual hacia los animales no constituya tortura. Si el sr. Gimbernat viese lo que mis compañeros animalistas han tenido que ver, con caras, con heridas y todo tipo de secuelas físicas y psicológicas a animales abusados, se tragaría sus palabras con el mismo amargor y desesperanza que nosotros.
Y es evidente que la ley es quien debería prohibir cualquier acto que constituya maltrato con otros seres sintientes, sean éstos humanos o no humanos. Aquí no se trata, una vez más, como de las corridas de toros, o como la caza o la pesca: quien no quiera verlo, que no lo mire ni lo practique... Estamos hablando de seres con capacidad de sentir que no pueden consentir: en esto, los animales son iguales a los niños, a los discapacitados físicos o mentales. Y por lo mismo, merecen igual consideración legal que les proteja de las bestias humanas que andan sueltas, satisfaciendo sus más bajos instintos y aprovechándose de seres incapaces de defenderse y denunciar.
Fuente imagen: Wikipedia: Detalle de la base del Templo Lakshana en Khajuraho (India).