Navidad, Año Nuevo y Sostenibilidad
Por FabiolaEl término sostenibilidad indudablemente está de moda, y por eso, suele ser mal conceptualizado y peormente entendido. En un artículo anterior ya hablé del tema, pero ahora quiero volver ilustrativamente sobre el término. Leo en un artículo del profesor Enric Carrera algunas claves para entender la sostenibilidad en sus dimensiones más complejas, y mejor aún si podemos practicarla en esta época del año tan cargada de consumo innecesario.
Entendemos por sostenibilidad a un tipo de desarrollo que se puede sostener de manera indefinida. Conceptualmente hablando, el desarrollo sostenible es la capacidad de satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Frente a esta definición, un par de alcances:
- se habla de desarrollo sostenible, no de crecimiento sostenible, porque ésta sería una contradicción de términos:
Desarrollo es una mejora cualitativa de implica pasar por diversos estadios, mientras que crecimiento es una acumulación física. Un niño por ejemplo, puede crecer físicamente pero no necesariamente desarrollarse. De hecho, nada físico puede crecer infinitamente, y por tanto hablar de crecimiento sostenible (es decir, que se puede sostener de forma indefinida) es contradictorio.
Este es un primer error: que hablamos indistintamente de "desarrollo sostenible" y de "crecimiento sostenible". Este último concepto es el esgrimido por las empresas y el capitalismo teñido de verde, para vendernos necesidades ficticias que los consumidores asumen como imprescindibles, y que finalmente determinan los indicadores de crecimiento económico. De ahí que muchas instituciones supranacionales, lleven muchos años empeñadas en que se asuman indicadores de desarrollo, que no sólo de crecimiento para medir las economías locales y regionales (un caso es el Indice de Desarrollo Humano de la ONU).
- Concretamente, el concepto de desarrollo sostenible se vuelve confuso cuando pensamos en su aplicación a las generaciones futuras y lo que deberíamos entender como "sus propias necesidades" versus "nuestras necesidades". No sabemos cuánto cambiarán éstas en el futuro, menos si ni siquiera hoy podemos conceptualizar cuáles son nuestras necesidades (básicas y no básicas). Pero, como dice el profesor Carrera, es innegable que el concepto de desarrollo sostenible se ha enriquecido de nuevas dimensiones con el tiempo: al factor ambiental original se ha sumado el social, económico, institucional; hecho que determina a la sostenibilidad como un concepto absoluto (como la libertad o la justicia) y que por tanto, determina su entendimiento como un proceso en construcción permanente más que como un hecho concreto.
De este modo (y parafraseando a Carrera) podríamos decir que una empresa tiende a la sostenibilidad cuando es económicamente viable, ambientalmente limpia (que usa materiales en forma de ciclos cerrados y fuentes de energía limpias y renovables) y cuando es socialmente justa (que favorece el potencial humano -creatividad, comunicación, crecimiento intelectual y espiritual). Para lograr estos objetivos, se requiere de mucho trabajo y planificación, por eso se recalca que el desarrollo sostenible es un proceso.
Así, el problema de la insostenibilidad no se puede solucionar con pildoritas y aspirinas cortoplacistas, sino con cambios estructurales profundos en nuestro modelo de desarrollo, en nuestras prácticas y en nuestros valores individuales, sociales y culturales.
Y nada mejor para pensar en esta consumista/compulsiva época del año: que crecimiento (acumulación) no es desarrollo, y que tenemos que lograr la sostenibilidad social y ambiental para vivir una ética más acorde con los nuevos tiempos.
Fuente: Diari de Terrassa. Fuente imagenes: Commons Wikimedia.