El Principio de Precaución
Por FabiolaNuestra sociedad es una sociedad del riesgo. La industria y la tecnología que nos prometían el progreso, nos trajeron grandes ventajas, pero también nos obligan a vivir con los grandes problemas antes mencionados. Esta autolimitación del sistema nos obliga a "prevenir" el riesgo, tomando seguros o precauciones frente a los peligros que la tecnología nos puede acarrear. De este modo, la sociedad y los individuos deciden qué riesgos están dispuestos a aceptar o no: la inclusión o exclusión de organismos genéticamente modificados, la construcción de centrales nuclares, persistir en el nivel de consumo actual que requiere quemar grandes cantidades de energía proveniente de combustibles fósiles, etc.
De este modo, la tecnología resulta aceptable cuando se crea un equilibrio aceptable entre costos y beneficios, que la sociedad debe saber ponderar. De esta manera, se han generado modelos de tolerancia al riesgo (como el TOR inglés) que ayudan a la sociedad a tomar decisiones. Sin embargo, este riesgo está asociado a dos importantes principios medioambientales: la responsabilidad y la precaución.
El hombre de hoy DEBE (como deber ético) ser responsable de sus actos, no solamente para sus contemporáneos, sino también teniendo presente a las generaciones futuras. Dejando fuera la discusión acerca de si las generaciones futuras son o no son moralmente -y jurídicamente- válidas; es claro que la acción humana de hoy debe responder de sus actos en el mundo frente a unas generaciones futuras que tendrán que habérselas en el mismo mundo que nosotros habitamos.
A esta responsabilidad se asocia estrechamente el principio de precaución (Vorsorgeprinzip) definido el año 1998 en la Declaración de Wingspread, que reza:
"Cuando una actividad se plantea como una amenaza para la salud humana o el medio ambiente, deben tomarse medidas precautorias aun cuando algunas relaciones de causa y efecto no se hayan establecido de manera científica en su totalidad."
Este principio de precaución establece cuatro componentes centrales: adoptar acciones preventivas ante la incertidumbre, trasladar la carga de la prueba a quienes proponen determinada actividad, analizar un amplio espectro de alternativas ante la posibilidad de actividades perjudiciales, e incrementar la participación pública en la toma de decisiones. De esta manera, el principio de precaución no es un tema filosófico sino más bien político: adoptar las medidas necesarias para controlar el riesgo de las acciones técnicas, diciendo NO a aquellas intervenciones cuyas implicancias y consecuencias no tengan un debido respaldo científicamente seguro. Por este matiz, no obstante, el principio de precaución está en constante demonización de parte de las empresas multinacionales y las grandes corporaciones, al considerar que éste es (citando a Jorge Reichmann):
una seria amenaza contra la ciencia rectamente entendida, contra el comercio mundial, la libertad de los consumidores y el progreso tecnológico.
Riesgo, Responsabilidad, Precaución: tres principios que requieren un cambio de mentalidad desde los sistemas productivos, desde los consumidores, desde los políticos. Sólo estando conscientes de que la acción humana nos puede llevar al abismo, es que debemos activarnos para actuar con responsabilidad -a nivel macro y micro- y hacer del principio de precaución una herramienta capaz de transformar la acción humana en sostenibilidad presente y futura.
Fuentes: Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación OEI, Health&Safety Executive U.K. Fuente imágenes: Wikimedia Commons.