26 Abr 2006

Biopiratería: ¿un nuevo saqueo?

Por Fabiola
Los novísimos descubrimientos de la biotecnología (biología molecular, genética, fisiología, etc.) han situado a la naturaleza como fuente inagotable de conocimiento y de soluciones prácticas a los grandes problemas de la humanidad. La protegida biodiversidad lo está en virtud de esta enorme diversidad genética y biológica que esta ahí esperando a ser descubierta y prometiendo panaceas y soluciones a todos los males del hombre: enfermedades, vejez, pobreza, etc. Las grandes compañías farmacéuticas, agroindustriales, las universidades y los laboratorios de investigación científica son los principales interesados en hacerse con este tipo de información y conocimiento, y lo hacen a través de la bioprospección, en que recopilan datos y muestras de interés científico-comercial. Éstas compañías utilizan estos conocimientos y/o insumos naturales para desarrollar productos y comercializarlos en el mercado, tomando su responsabilidad legal a través de las patentes. Si bien no existe un concepto para biopiratería, ésta alude a la apropiación ilegal de conocimientos y/o prácticas relacionadas con la diversidad genética y biológica de la naturaleza. Las grandes fuentes de estos conocimientos son la diversidad animal y vegetal, además de los ancestrales conocimientos indígenas relacionados con la cura o tratamiento de enfermedades, por ejemplo.

Las patentes y la biopiratería: un problema de legalidad

Una patente es una manera legal de proteger un trabajo o una invención humana, para darle a su autor un derecho de explotación de esa invención o idea. Técnicamente, en ningún país se puede patentar una planta o un animal, porque pertenecen a la naturaleza y el hombre sólo lo ha descubierto. Si es patentable un compuesto químico, genético o biológico concreto en vistas de su explotación económica. El problema -y el vacío legal que permite la biopiratería- aparece concretamente en dos casos:
  • Cuando un vegetal o una planta se manipula parcialmente, o se descubren en ella algunas propiedades especiales. Los países subdesarrollados son fértiles y prolíferos en cuanto a flora, vegetales y plantas, lo que ha constituido uno de los más brutales saqueos de parte de las grandes corporaciones: productos nativos como la quínoa (considerada un súper cereal por sus propiedades nutricionales), el frijol amarillo mexicano, o el poroto de soya, que han sido patentados y comercializados por las grandes de la agroindustria: Monsanto, DuPont, Aventis, Syngenta, BAFS, etc. Éstas compañias posteriormente cobran a los agricultores por medicamentos o insumos sacados de las plantas que crecen en su misma localidad, cobrando precios exhorbitantes por ellos. O también les venden semillas mejoradas (como la semilla Terminator) o "rotuladas con el nombre de la compañía", semillas similares a las que antes compraban o intercambiaban con otros entes locales.
  • Cuando un organismo animal es modificado completamente, creando una nueva variedad transgénica, como por ejemplo el oncorratón-diseñado para desarrollar cáncer y de ese modo, probar diferentes terapias en él-. Creado por la Universidad de Harvard y patentado por DuPont. O el caso de la oveja Tracey, una oveja transgénica que produce leche con una proteína humana anticoagulante; creada por el Roslin Institute de Edimburgo (Escocia) y patentada por la Pharmaceutical Proteins Ltd. (PPL) y la gigantesca farmacéutica Bayer.
En ambos casos, la modificación y manipulación animal a medida de las necesidades humanas ¿no comenzaría a considerarlos a ellos -y con ellos, a la Naturaleza- como una suma de partes y de órganos modificables a razón de las humanas necesidades? Ello desdibujaría la delgada línea que separa la investigación y modificación de la naturaleza del propio cuerpo humano. Si todo cuerpo y toda entidad natural no son más que un reservorio de potencialidades médico-técnicas: ¿por qué no explotarlos a todos comercialmente? Ejemplos de este tipo de manipulación existen varios, pues ya se han patentado células humanas, y procesos realizados con ellas: las células de cordón umbilical fueron patentadas por el consorcio Byocite/Avicord, y aunque su patentamiento fue revocado por tribunales, hoy en día se encuentran apelando dicha decisión judicial. También, se han patentado los genes de asma de habitantes de Tristan da Cunha para su investigación. La farmacéutica Boehringer Ingelheim tiene los derechos para comercializar los medicamentos contra esta enfermedad. Lo mismo sucede con los millones de afectados por VIH en África, quienes han sido "donantes" de sangre o saliva para buscar una cura a la enfermedad, y posteriormente las farmacéuticas les cobran cifras impagables por el tratamiento (para más información, ver este artículo). De este modo, el vacío legal que permite la biopiratería, es pernicioso por cuanto "infringe los derechos soberanos de las naciones, disminuye la salud económica de las comunidades indígenas y reduce o destruye las especies" (Michael A. Gollin, abogado especializado en leyes de propiedad intelectual)

Convención sobre Diversidad Biológica

Frente al vacío legal que permite la biopiratería, la Convención sobre la Diversidad Biológica, firmada por más de 180 países en 1993 establece en su artículo 19 que:
Cada miembro tomará todas las medidas prácticas para promover y avanzar en el acceso prioritario justo y equitativo, en particular por parte de los países en vías de desarrollo, a los resultados y beneficios que surgan de las biotecnologías que surjan de los recursos genéticos provistos por tales países.
Desde los 90s varios países han implementado contratos de bioprospección. Estos son acuerdos entre una empresa farmacéutica, universidad o laboratorio con el gobierno de un país, en que se establece a priori cuál será la participación en las ganancias de cada parte. Una de las experiencias pioneras en este aspecto es el acuerdo de Merck con Costa Rica firmado en 1991 y gestionado por el Instituto de Biodiversidad de Costa Rica. Por su parte, los países del Pacto Andino (Perú, Venezuela, Bolivia, Colombia y Ecuador) en su decisión 523 han antepuesto los derechos de propiedad de las comunidades indígenas andinas y amazónicas, a los intereses por la biodiversidad regional de las potencias extranjeras. Sin embargo, este tipo de acuerdos no están exentos de crítica porque normalmente se desarrollan en medio de bastante secreto, lo que fomenta las dudas sobre su transparencia y sobre si realmente llevan beneficios para el país (o más bien para el gobierno) donde se desarrolla la investigación. Creo que la transparencia de la gestión de la biodiversidad en nuestros países es un tema prioritario. El sector privado busca sus propios beneficios económicos, para ellos el PRECIO es la palabra clave. Para todos como humanidad, el VALOR de la naturaleza y sus frutos, debidamente repartidos, debieran movernos para convivir más armónica y justamente entre hombres-naturaleza y entre sociedades. Fuentes: Action BioSciences, American Association for the Advancement of Sciences, GRAIN, El Mundo, Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, Prodiversitas, Wikipedia. Fuente fotografía: Foreign Policy, España.