¿Qué hay de malo con la miel?
Por Fabiola
Cuando alguien se hace vegano, es muy común la pregunta de por qué no come miel, si a las abejas no se las mata para conseguirla. Pero sucede que hay muchos elementos cuestionables en la práctica de la apicultura. Allende la creencia común de que los panales están llenos de abejas felices que trabajan para producir su alimento, y que el apicultor toma la miel que termina en nuestra dieta; hay detalles que merecen ser analizados con más profundidad.
(Colaboración de David Gómez)
Primero hay que conocer cuál es rol que cumple la abeja en el ecosistema. Es un agente indispensable en el proceso de polinización y reproducción de plantas, flores y árboles. Sin ellas no habría vegetación, ni plantas ni flores, y por lo tanto, habría menos alimento para otras especies que necesitan de éstas. Si se va reduciendo la cantidad de abejas, tal como está sucediendo actualmente, podemos llegar a situaciones tan extremas como la desaparición de la vida en el planeta tal como la conocemos ahora.
A nivel de especie, la abeja necesita el néctar de las flores para producir miel, propóleo, cera y jalea real. Para ello, las abejas tienen un complejo sistema de trabajo que se extiende hasta el último segundo de la vida de cada individuo. En este sistema, cada abeja tiene roles muy bien definidos dentro de la colmena: hay guardias, exploradoras, obreras que buscan néctar mientras otras se dedican al cuidado y nutrición de los huevos, pupas y larvas; y otras dedicadas a la construcción y la limpieza de la colmena. Asimimo hay machos fertilizadores y la reina, que es fecundada y pone los huevos que darán vida a toda la colmena.
El ser humano da gran utilidad a muchos productos de la colmena: la miel es un manjar para muchos, el propóleo tiene propiedades bactericidas, fungicidas y cicatrizantes, la cera se usa para artesanía y cosméticos, la jalea real es un alimento maravilloso, más aún si consideramos que una larva al ser alimentada con jalea real, se transforma de lo que pudo haber sido una común abeja obrera a una abeja reina. También existe la apiterapia, en la cual se usa en forma terapéutica el veneno de la abeja para tratar diversas dolencias. Pero ese veneno se aplica por medio de la picada de la abeja, cuando ella entierra su lanceta no solo pierde su arma, sino que al desprenderse de su cuerpo también desprende sus intestinos, y con ello termina su vida.
Al manipular los cajones con panales, por más cuidado que se tenga para no aplastar ni mutilar a propósito a las abejas, siempre muchas terminan muertas por aplastamiento o porque, al verse amenazadas, picaron al apicultor.
Además del número inestimable de abejas que mueren en el proceso de cosechar la miel, se puede objetar el consumo de productos apícolas por el abuso ínsito. La abeja trabaja de forma incansable para alimentarse y guardar comida para los meses de invierno, cuando no puede encontrar néctar y las condiciones climáticas le impiden salir. Al cosechar la
miel, se reemplaza el alimento por el que tanto trabajaron por una mezcla de agua y azúcar. Esto es exactamente igual a que uno trabajara duro, hiciera las compras con todo lo que uno necesita y le gusta, pero de pronto alguien ajeno nos quitara todos esos alimentos y en su lugar nos dejara pan y agua. Consumir productos hechos por las abejas es así de injusto.
No necesitamos consumir productos apícolas, pese a que puedan tener propiedades extraordinarias, pues en el reino vegetal también podemos encontrar alimentos que tienen esas mismas características y sin explotar a otros seres ni quitarles su comida. Encontramos las propiedades antibióticas del propóleo en el ajo y sus propiedades cicatrizantes en el matico y el llantén. Los azúcares y vitaminas de la miel se pueden encontrar en las frutas, mientras que el alivio que da cuando se tiene la garganta irritada o uno tiene tos, también lo encontramos en el aguacate (palta), el limón y la naranja.
Las abejas tampoco necesitan que alguien las esté criando: por miles de años la vida en la tierra se ha sustentado por sí misma, sin nuestra tutela ni nada por el estilo. Tenemos que preocuparnos en su lugar de mantener hábitos de vida respetuosos y justos hacia los demás seres, buscar hacer el menor daño posible y de la misma forma, sacar las actividades que están poniendo en riesgo el equilibrio de la biodiversidad, así como los pesticidas que están eliminando a las abejas de los ecosistemas.