Defender los intereses no-humanos
Por ChaTo
La lucha entre especies en la tierra está, por el momento, resuelta. En la búsqueda evolutiva por nuevas y mejores formas de sobrevivir y multiplicarnos, hemos dado con una adaptación potente y general. Nuestros cerebros son capaces de crear tecnología para manipular la materia, la energía, y la información, a una escala muy por encima de nuestras limitaciones físicas como primates. Esta adaptación nos pone muy por encima de todos los demás animales en la Tierra.
Somos una especie notable que a lo largo de unos cuantos cientos de miles de años ha ido consolidando su posición como especie dominante. Nos hemos convertido en depredadores formidables, y si bien aún hay muchas formas en que el resto de la biota terrestre puede matarnos, somos capaces de esterilizar grandes extensiones del planeta, dejando solamente la flora y fauna apropiada para continuar multiplicándonos.
Pero la clave de nuestro éxito,
nuestro cerebro, no es solamente una herramienta de sobrevivencia y replicación. Nuestro cerebro es muy apropiado para ello, pero puede hacer otras cosas que no son directamente serviles al interés de los genes de la especie por multiplicarse. Un humano puede decidir, en contra de la pulsión reproductiva, tomar anticonceptivos. Un humano puede decidir, en contra de la eficiencia energética, ocupar gran parte de su vida creando música, poesía, danza.
Un humano puede decidir también cambiar de bando. Obviamente un humano no puede dejar de ser humano. Pero puede decidir abogar por los intereses de los no-humanos, de los otros seres en nuestra ecósfera. Puede decidir que no quiere que su propia especie siga multiplicándose y dominando a las demás especies de la forma en que lo ha venido haciendo.
Esto no es cosa nueva. A lo largo de los años, siempre ha habido personas que, por distintos motivos, han decidido unirse al bando de los débiles. El dimorfismo sexual humano hace que las hembras humanas tengan menos masa muscular y puedan ser obligadas por los hombres a servir a sus intereses. Pero algunos hombres ayudaron a las mujeres a ser libres. También algunos grupos humanos desarrollaron los mecanismos socio-tecnológicos necesarios para crear grandes ejércitos antes que otros grupos humanos. Los que tuvieron las armas primero sometieron a los otros. Pero algunos blancos ayudaron a los negros a ser libres.
De la misma forma, un humano puede decidir cambiar de bando y defender a las otras especies, y luchar para que los demás humanos se refrenen en su explotación de la tierra. El que decida dar el salto encontrará mucha soledad y pocos aplausos. El que decida cambiar de bando, debe esperar el desprecio de los demás humanos. Muchas de nuestras instituciones más antiguas son fundamentalmente empresas de promoción de los intereses humanos, y de ahí viene su rechazo de cualquier forma de auto-limitación efectiva de la población humana, y su rechazo de cualquier identificación a nivel más profundo con los animales no-humanos.
Además, los que decidan luchar por lo no-humano deben entender que luchar por los intereses no-humanos es fundamentalmente distinto de proteger la ecósfera como sustento de los intereses humanos. Muchos simplemente no cambiarán de bando, pero su fuerza puede también ser utilizada como palanca para que los humanos se auto-limiten. Los que decidan cambiar de bando y luchar por los no-humanos, deben estar dispuestos a formar alianzas con ellos también, entendiendo claramente que si bien no están en el mismo bando, tienen intereses comunes.
Finalmente, los que decidan cambiar de bando y luchar por los intereses no-humanos deben expulsar sumariamente de sus filas a cualquiera que utilice o esté dispuesto a utilizar la violencia en esta lucha. Creando dolor no se reducirá el dolor. No se toma el bando de los más débiles para destruir a los fuertes. Se toma el bando de los débiles para lograr un acuerdo de convivencia que sea armónico, sustentable, próspero y pacífico.
Hay mucho más que decir sobre esta confrontación. La gran mayoría permanecerá neutral. Los que quieren luchar, saben dónde se les necesita.
Fuente fotos: Salish Sea, Greekadman @ Flickr (CC).