El toro sí sufre
Por FabiolaEl Dr. José Enrique Zaldívar Laguía respondió a la tesis del dr. Illera, según la cual “el toro, durante la lidia, no sufre”. Según la peculiar tesis del doctor Illera, el toro sería un animal hormonalmente diferente y único, un mamífero extraordinario que no respondería al dolor como los otros animales... antes bien gozaría de la torturante y agonizante lidia en la plaza de toros...
El dr. Zaldívar, Licenciado en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid, Veterinario colegiado número 1449 por el Ilustre Colegio de Veterinarios de Madrid, ha respondido al estudio del dr. Illera refutando sus interpretaciones de los flujos hormonales medidos en diferentes toros, antes y después de la lidia.
En su estudio, el dr. Illera argumentaba que el cortisol (hormona que inhibe el dolor) segregado por el toro en situaciones de stress, según sus mediciones, era más alta durante el transporte del toro que después de ser lidiado. Pero Zaldívar interpreta los datos de otra manera: el cortisol, para ser segregado a la sangre, necesita de la mediación del sistema nervioso, por lo que medir los niveles de cortisol en un animal con el sistema nervioso destrozado por las herramientas de tortura de la lidia es espúreo. Además, es ridículo medir los niveles de cortisol en un animal vivo y compararlo con los niveles que presenta un animal muerto (medición post-mortem), previamente torturado y masacrado en la lidia, sobre todo porque no se hicieron mediciones "durante" la tortura.
La suerte de la puya
La puya es una vara con un cuchillo en forma cónica, que se entierra en el morrillo del toro, donde están los músculos que mueven el cuello. El fin de la puya es impedir los movimientos bruscos de la cabeza y "humillar" al animal haciendo que no pueda levantar la cabeza.
Los taurófilos argumentan que el uso de la puya sirve para "descongestionar" al toro que está bravo y ofuscado por la lidia. Sin embargo, lo que sucede con la tortura de la puya no es una simple descongestión porque el toro pierde hasta 10 litros de sangre en esta suerte, pues con el "barrenado" y el "mete-saca" se llega a hacer una herida 7,4 veces más profunda que lo normal. Otra estadística es que sólo un 4,7% de los puyazos logran cortar los músculos del cuello y dejar el resto de la anatomía local intacta: lo que se suele cortar con los puyazos mal hechos son los músculos de las extremidades anteriores y tronco (por eso los toros suelen caerse). Como dato: el toro tiene 36 litros de sangre, más o menos... por lo que la suerte de varas lo hace perder un tercio de su líquido vital.
La suerte de las banderillas
Las banderillas, arpones de hasta 16 mm.de largo, desgarran y cortan músculos, nervios y vasos sanguíneos. Empeoran la herida y el desangrado provocado por la puya, y hacen que el animal se desangre con más rapidez, fatigándolo y debilitándolo aún más.
Más sobre el cortisol
La respuesta neuroendocrina al cortisol no es la misma si el sistema nervioso está dañado, que es el caso del toro durante la lidia. Existen otros mecanismos hormonales, como el sindrome general de adaptación, en el que a causa del stress, el organismo trata de segregar cortisol frente a la situación amenazante, pero finalmente cesa su esfuerzo por agotamiento y sobre stress.
Otras hormonas de relevancia para medir el stress, que no midió el dr. Illera, son las catecolaminas y las betaendorfinas. Las primeras (adrenalina y noradrenalina) son hormonas que ponen al organismo en alerta para luchar o huir, y son más altas en toros lidiados que en toros durante el transporte. Las betaendorfinas, por otra parte, no son las "hormonas de la felicidad" que se generan cuando existe placer como interpreta Illera, sino que su segregación aumenta de acuerdo al dolor físico y el stress. Las betaendorfinas aumentan especialmente en casos de hemorragia, en shocks neurogénicos y trastornos ventilatorios, todos manifestados en el caso de los toros lidiados. O sea: el toro lidiado genera más hormonas por dolor que por stress.
En resumen: el dr. Illera es frecuentemente citado por los taurófilos, porque su estudio científico respaldaría la carnicería de los toros. Sin embargo, el dr. Illera no ha respondido a la refutación hecha por el dr. Zaldívar, quien lo interpelado en diferentes ocasiones, recibiendo ni siquiera evasivas ni explicaciones por la falta de respuesta.
¿Será que la tauromaquia no tiene explicación ni justificación suficiente?
Fuente: Blog del dr. Zaldívar. Fuente imagen Rivera Ordóñez: Gabriel Tizón.